Fátima, mi periferia
Pareceré un descreído, un desconfiado, o un racionalista, pero me cuesta mucho creer en las apariciones marianas de último cuño, con incontables mensajes cifrados a través de un enjambre de intermediarios y de un laberíntico calendario que parece una tabla de logaritmos. Me cuesta creer en revelaciones catastrofistas que no suenan ni a Buena Noticia ni a esperanza