El presidente de la Fundación Crónica Blanca, Manuel Bru, presentó el viernes 10 de febrero junto al catedrático Javier Morillas su libro 100 pensamientos por un mundo mejor, publicado hace unos años. Compartimos el texto de su intervención, que incluye algunas reflexiones que pueden dar lugar a debates de fondo interesantes:
1.- Su historia:
- El origen de este libro, tal y como implícitamente se da a entender en la introducción, no nace del ámbito de la literatura, o de la filosofía, sino de la radio y de la música.
- Me pidió en el año 2006 el director de la emisora musical Cadena 100 una “píldoras radiofónicas”, de pocos segundos, que salpicaran la programación de esa radio que mayoritariamente consiste en la concatenación de éxitos musicales, siguiendo el prototipo sueco de radio musical temática.
- Pensé en la capacidad comunicativa de las “frases célebres” y de cómo se adecuaban al formato radiofónico y me puse manos a la obra, hasta completar un centenar de frases que, para se presentadas con una careta radiofónica sencilla y atrayente, podrían llamarse “100 pensamientos por un mundo mejor”.
- Años después, la editorial Espasa Calpe, conociendo la puesta on air de estas frases, propusieron a Cadena 100 la elaboración de un libro-regalo navideño, y el director de la emisora les remitió a mi, como autor de dicha sección radiofónica.
- Me dijeron que querían un libro bonito para gente que no lee, lo que me llamó mucho la atención. Aún así, no me costo mucho –bueno, un poquito- convencerles de que por muy divulgativo que fuese el libro que íbamos a hacer no tenía mucho sentido que sólo ofreciese las 100 frases, sino que convenía añadir unos brevísimos comentarios.
- Una vez les presenté la lista, surgió un providencial inconveniente: más de la mitad de las frases no podíamos ponerlas, porque aún no habían pasado 70 años del fallecimiento de sus autores, o estaban vivos, y se creaba un problema resoluble pero complejo de derechos de autor. La única solución, con el trabajo suplementario que me acarreaba, consistía en sustituir esas frases por otras de autores que como el resto, fuesen más antiguos.
- En seguida vi el lado positivo: me permitía hacer una nueva selección más concienzuda, pensada para un libro y no sometida a las exigencias de la radio de la primera selección, y que incorporase a más clásicos. Sin llegar al extremo de un sabio profesor que decía que nos decía que después de San Agustín no se había dicho nada relevante, es verdad que en el contexto del pensamiento débil contemporáneo, hay pensadores sorprendentes y magníficos, pero mezclados con los clásicos gana mucho el conjunto.
2.- Sus peculiaridades:
- Este es un libro, entre tantos otros que existen, de recopilación de frases celebres, o mejor dicho, de sentencias sabias de autores célebres.
- Pero conviene decir de antemano que con dos características propias:
- La primera formal: no recoge sólo la selección de sentencias, sino que las glosa con tres breves apuntes presumiblemente útiles: para pensar, para actuar, para soñar.
- La segunda temática: no recoge sentencias de cualquier tipo, sino sólo un centenar de sentencias que escudriñan a la par que provocan un conjunto de valores: la libertad, la justicia, la sabiduría, la humildad, el amor, la amistad, la fe, la esperanza, la gratitud y el perdón. En este sentido ofrece un material auxiliar que ayuda a la comprensión del universo axiológico, de un modo sencillo y divulgativo.
- Quise en la introducción unirme a la tesis objetivista de la reflexión axiológica, porque me parece que, valga la redundancia, “pone en valor” el mundo de los valores:
- Apoyándome en Ortega, defiendo que los valores (estos y cuantos más descubramos) son objetivos, es decir, anidan en la realidad, son cualidades de la realidad.
- Es más, son triplemente reales, ya que lo son en el mundo de las ideas (conceptos abstractos universales), en el mundo de la historia (se desarrollan en las historias de la historia), y en el mundo de las personas (forman parte objetivamente de las personas que los convierten en hábitos, y no solo en un imaginario especulativo de su subjetividad).
- Dice el catedrático de filosofía Alfonso López Quintas, que los valores están en las personas siendo distintos de ellas y al mismo tiempo siendo íntimo a ellas. En las introducciones de cada capítulo procuré ofrecer un algunos testimonios reales de realización de dichos valores.
3.- Algunas frases a destacar:
- “La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe”, de Ramón de Campoamor (1817-1901).
- Me gusta la propuesta contracorriente de esta frase, cuyo autor no es un referente de la ética clásica griega o de la teología moral cristiana, sino un poeta realista discípulo de Espronceda, que bien podía formar parte de la lista de los “heterodoxos españoles” por la defensa de la filosofía positivista.
- Algunos hoy en día defienden que la libertad os hará verdaderos, en contraposición con la frase evangélica de “la verdad os hará libres”. Sin desdecir que el ejercicio de la libertad clarifica la razón y ensancha la mente, la sentencia de Campoamor, como la del Evangelio, apuntan a que el criterio ético es sustancial de un verdadero ejercicio de la libertad, porque forma parte del conocimiento lo más preciso posible de las diversas opciones a elegir en el ejercicio de un acto libre. Sin este conocimiento, que contempla el valor ético de las opciones, no hay libertad, sino azar, determinismo u obligación.
- Me he dado cuenta de que viene en apoyo de la sentencia de la Campoamor, inscrita en el libro en el grupo de las frases sobre la libertad, esta otra agrupada entre las que hablan de la sabiduría, cuyo autor es el filósofo apologista catalán Jaime Luciano Balmes (1810-1848), en las antípodas ideológicas de Campoamor, que reza así: “Percibir con claridad y exactitud, juzgar con verdad, y discurrir con rigor, son tres dotes de un pensador”.
- “Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, no todo lo que se desea se ama”, de Miguel de Cervantes (1547-1616):
- También me parece digno de debate, y de debate acalorado, esta sentencia de nuestro gran literato español del siglo XVI, porque nos sirve para corroborar que el amor es voluntad, puro ejercicio de la libertad, antes que sentimiento.
- Hoy se dice mucho eso de “sigue sólo el dictado de tu corazón”; identificando el corazón con el deseo. Éste, sin duda, es una característica positivísima del ser humano, en cuanto despierta en él inquietudes y anhelos, atracción y proyección de y hacia lo verdadero, lo bello, lo bueno, y de y hacia los otros, sin los cuales no somos. Pero requiere de la complementariedad de la razón que lleva, en expresión de Xabier Zubiri, a la “voluntad de verdad”, y que identifica más objetivamente lo que es digno de amor que el solo deseo.
- Entre deseo y amor, en todo caso, no hay contradicción (y la frase de Cervantes en este sentido es magnífica), sino complementariedad, pero una complementariedad, eso si, El punto de inflexión perfecto entre amor y deseo está en desear lo que se ama, no en amar lo que se desea.
- La prueba es que el amor libera al deseo de el afán posesivo, y no al revés. El amor es paciente, es respetuoso, es sacrificado, mientras el deseo es ardiente e impetuoso, que en el deseo es bueno, pero en el amor es insuficiente.
- “El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe”, de William Shakespeare (1564-1616).
- Nos vamos a un clásico también del siglo XVI, y abrimos nuestra mirada a lo mejor de un pueblo hermano europeo, aunque ahora se hayan salido de la casa común. Es un buen autor para hablar de perdón porque a lo mejor en no mucho tiempo tenemos que acoger a su país porque vuelva como el hijo pródigo, la gran parábola del perdón.
- El perdón no es un valor en alza. Nunca lo ha sido. Es de los valores más sublimes, más difíciles de entender, de aceptar, y sobre todo, de vivir. Viene bien rescatar frases celebres de nuestros clásicos sobre valores como este, precisamente en el contexto de la cultura débil que el filósofo italiano Gianni Váttimo, padre de esta expresión, o el francés Jeán-François Lyotard, padre de la expresión postmodernidad, definen como cultura que rechaza los conceptos de verdad, totalidad, y unidad que han caracterizado a las culturas a lo largo de la historia, seguramente como lógica reacción al auge de los totalitarismos, basados en ideologías con pretensiones culturales.
- Cargada de belleza literaria, la expresión de Shakespeare nos muestra que el perdón es siempre positivo, que nunca resta, que siempre suma. Que nunca perjudica la justicia (a no ser que hablemos de un falso perdón que la encubra o la sustituya), sino que la ennoblece, liberándola de la tentación de ser antesala de la venganza. Para perdonar hay antes que saber lo que se perdona, a quien se perdona, porque se perdona. La verdad y la justicia no declinan ante el perdón, más bien son exigencias suyas.
Concluyo: Con esta tercera y última frase, elegida entre las cien de este libro, quiero reconocer el legado de quienes hicieron del perdón una herramienta de la pacífica transición política, de la que tanto Eugenio Nasarre como mi padre hablaron en este mismo foro del Ateneo palentino hace pocos meses. Y con las de la libertad y el amor anteriores quiero agradecer esta invitación, porque una librería como esta es sobre todo un espacio de libertad, de libertad de pensamiento, y un espacio de amor, porque el amor mejor contado esta en los libros. ¡Que nunca nos falten!
Manuel Bru